miércoles, 9 de marzo de 2022

Doña Ethel

 


Y partió doña Ethel a la Guatemala del recuerdo, allá donde mora mi papá, Don Aníbal, mi hermano, Santiago, mi abuelita mama Oli y tantas otras personas queridas que viven ya solo en mis memorias y las de sus familias.

Se fue de repente, sin mucho aviso y en silencio, como lo hizo mi hermano antes que ella. Y me dejó tantos recuerdos, tantas enseñanzas y tanto amor.

Desde pequeña mi mamá trabajó, ayudando a mi mama Oli con su negocio, cocinando y viendo las cosas de la casa. Ya graduada de secretaria, comenzó a trabajar fuera de la casa pero regresaba en la tarde a seguir ayudando en la cocina y en la tienda, y los fines de semana y fechas festivas a apoyar en todo lo que mama Oli hacía para vender. Así fue como ella se hizo una experta cocinera porque en la semana santa se hacían los garbanzos, las torrejas, el bacalao; en noviembre el fiambre, que era famoso el de mama Oli y en diciembre los tamales, deliciosos negros y colorados, los mejores que he comido.

Y ella siguió trabajando ya casada; cuando mi papá se quedó sin trabajo ella vendía comida y pasteles, después tuvo mucho éxito vendiendo las vajillas Melmac y siempre quiso tener su negocio. Cuando pasamos a vivir a Monte Maria abrió la tienda Monte María, y allí por màs de 25 años estuvo primero vendiendo abarrotes y luego, cuando ese negocio se redujo, comida, almuerzos y desayunos, que gustaban mucho.

Desde pequeños mi mamá nos acostumbró a hacer nuestras cosas; de esa cuenta es que los tres hemos sido muy independientes. Mi hermano Santiago aprendió mucho de cocina con ella, era un excelente cocinero y hacía una pierna de cerdo que era fenomenal; yo viviendo solo en San Pedro no paso ninguna pena por comida, se nota.

Siempre tuvo arreglada su casa y su jardín, le gustaba mucho su jardín y sus flores. Esas fueron las cosas que aprendimos de mi mamá y esas son las cosas que recordamos, de su cariño y su protección, sus indomables valores, siempre con nosotros y después con sus adorados nietos.

Y ahora, pues no me queda más que esperar que en mis sueños, cuando tenga la oportunidad de visitar esa Guatemala del recuerdo, allí esté ella esperándome, igual que me encuentro a don Aníbal de cuando en cuando. Hasta entonces mamaíta.

Texto y fotografías bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Guatemala