Es un hecho...
Don Aníbal en la finca Las Mercedes, 11 de junio de 1965
En vísperas del cumpleaños 96 de don Aníbal, mañana 23 de julio, en plenas fiestas del apóstol Santiago, quiero compartir algunos apuntes de su puño y letra que me encontré entre algunos papeles de mi mamá. Ya los había visto pero, creyendo que eran notas de mi mamá, no les había puesto mucha atención porque estaban junto a otros papeles más interesantes. A continuación, en las palabras de don Aníbal:
Así es la vida
1. En mi niñez, allá en mi pueblo natal, no existían zapaterías (venta dde zapatos) solamente los zapateros que trabajaban bajo encargo.
Vicente y Mateo caminaban con muletas como consecuencia de un accidente. Vicente no tenía la pierna derecha y a Mateo le faltaba la izquierda. Casualmente, calzaban igual número por lo que se ponían de acuerdo con Julián, el zapatero, para que les confeccionara el calzado.
Con el correr del tiempo, a Mateo, que caminaba más que Vicente, se le desgastó su zapato por lo que llegó con Julián para que le hiciera uno nuevo. A lo que éste le contestó: "Todavía no, esperemos que venga Vicente a encargar el suyo".
2. La siguiente no fue leída u oída en ninguna parte sino que es una ocurrencia mía de recién casados y eventualmente la repito después de varios años.
Mi esposa y yo, cuando nos casamos, convenimos que en nuestro hogar no iba a mandar solo uno sino que mandaríamos los dos, la mitad cada uno. Pero como ella es muy cortés, mi mitad la envolvió primorosamente y la guardó en un lugar seguro y durante 42 años hemos venido usando su mitad*, sin ningún desgaste aparente.
3. Rótulo en una carpintería de Antigua Guatemala:
SE REPARAN Y SE HACEN ANTIGÜEDADES
4. Mi abuela le decía a mi abuelo cuando las visitas no daban muestras de despedirse: "Viejo, qué tal si nos acostamos ya, porque tal vez las visitas ya tienen sueño".
Gajes del oficio
Durante muchos años, me desempeñe como empleado público ejerciendo fiscalización del erario nacional y municipal; y de esa cuenta visité muchos municipios de la república de Guatemala. De ahí, que existan las siguientes anécdotas:
1. Mi pueblo, allá en las alturas de occidente, tiene un clima tan excelente que sus habitantes no se enferman y, consecuentemente, no fallecen, por lo que no necesitan de cementerio. Sin embargo hubo un alcalde que dispuso de la creación del cementerio, ya que se beneficiaba económicamente, tanto en la compra del terreno como en la construcción. Pero a la hora de la inauguración, que fue con bombos y platillos, tuvo que pedir prestado un sepelio del pueblo vecino.
2. En otro lugar, otro alcalde quee nunca había tenido automóvil ni sabía conducir, resultó comprando un último modelo, y corrió la voz en el pueblo de que llegaría conduciéndolo su hija, que estudiaba en la capital. Cuando llegaron al pueblo, la hija, sabiendo que su casa no contaba con garage para guardar el carro, preguntó en dónde lo dejarían, a lo que el alcalde respondió que en el patio del edificio municipal. Entonces ella se dirigió ahacia la única y angosta puerta, en donde había asistentes municipales que le hicieron señales de a la derecha, a la izquierda, retroceda, avance, otra vez a la derecha... Desesperada, gritó: "Papá, no es posible que entre el carro", a lo que él contestó muy seguro: "¿Cómo que no es posible que entre si de allí salió?"
Un par de cuentos para recordar a don Aníbal, que mañana celebra su cumpleaños en la fiesta de Santiago en la fúlgida villa de Tejutla, esa que está en las montañas del occidente de la Guatemala del recuerdo, a donde a veces le visitamos en sueños.
*Este dato indica que esas notas las hizo en 2001.