Llega un momento
en la vida en que se sorprende uno de echar una mirada atrás y pensar que
eventos que fueron tan importantes para uno mismo o para el mundo, a veces, se
recuerdan con tanta claridad y ocurrieron (¡horror de horrores!) hace 40 años…
o 50 años… ¿Cómo y cuando me volví tan viejo si me sigo sintiendo como cuando
tenía 25…?
Así sucede cuando
veo el calendario y veo que ya hace 10 años que no disfruto la compañía de don
Aníbal. 10 años que pasaron como un suspiro y que, sin embargo, contienen
tantas experiencias y recuerdos nuevos, de cosas que quisiera haber compartido
con él, de logros que quise haber comentado con él… pero que tuve que
contentarme con pensar que le hubieran gustado o le hubieran agradado.
Y tal vez eso es
la mejor parte de guardar el recuerdo de un ser querido, el pensar que uno
puede hacer y lograr cosas que a esa persona le hubieran agradado. Es como
tener una brújula, un compás moral que le ayuda a uno a mantenerse en el camino
correcto siguiendo los buenos ejemplos, aunque esos ejemplos sean nada más recuerdos
de una persona que ya no está con nosotros.
Y como he dicho
siempre, aunque hubo cosas no tan buenas hay muchas cosas ejemplares que se
pueden aprender de la vida de don Aníbal. Sigo admirando su frugalidad, el
haber sido feliz con tan poco y comparo a veces con la desesperante cantidad de
cachivaches que tenemos aquí y allá y en todas partes. Siento que nuestra vida
debería ser más sencilla y más fácil. Don Aníbal lo logró y viviendo en esa
sencillez él era feliz.
También es recuerdo
agradable y fuente de inspiración su gran amor por la familia. Su adoración por
“su reina” como siempre le dijo a mi mamá, su cariño y devoción a sus hermanos
y su mamá, a sus sobrinos y a sus nietos.
Y pasan los años
y me sigo sorprendiendo de las cosas que descubro de mi papá, que no sabía. Como
la foto que acompaña a este post. Ni idea que mi papá había participado de esa
actividad hasta que descubrí que un primo me había enviado el recorte hace ya
algunos años… y casualmente cuando pasó la mayor parte del tiempo en Honduras y
me han hablado de la gran tragedia que fue el huracán Fifí. Y yo me acuerdo de
ese huracán… hace cuarenta y tantos años… Diez años no son nada.
Así que mi
recuerdo cariñoso y mi saludo hasta la Guatemala del recuerdo donde ahora mora
don Aníbal. Algún día seremos nosotros también habitantes de ese lugar mítico y
solo podemos esperar que los recuerdos que dejemos atrás sean tan buenos como los
que dejó don Aníbal. Siempre cariñosamente recordado.
Texto y fotografías bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Guatemala
Texto y fotografías bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Guatemala
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