martes, 9 de diciembre de 2008

Como perros y gatos?



¿Quién dice que no se puede vivir en armonía?

A don Aníbal le gustaban mucho los gatos. Y los perros, siempre que se portaran bien. La foto de arriba estaba bien guardadita entre sus cosas y fotos familiares, supongo que porque siempre le hizo gracia.

El gato se llamaba "gato". Yo lo llamaba "gato, gato" y él llegaba. Mi papá siempre le dijo "Racumín". Por algún motivo, mi papá nunca se puso de acuerdo con nosotros para los nombres de los animales. A los perros los quería nombrar "canito" y mi esposa, la Carol, lo complació poniéndole el nombre de "Canita" a su perrita boxer, cuando vivíamos en Puerto Rico. Mi papá le puso nombre a los dos perros que tuvimos allá: la "Mesha" (por decir de pelo rubio) que era una cariñosa Golden Retriever y la "Canita", la boxer, que vino a Guatemala y aquí murió hace un par de años.

En fin, de vuelta a la foto. El "Racumín" llegó a la casa alrededor de 1982-83, cuando teníamos una infestación de ratones que ya sentíamos que los benditos roedores nos sacaban en procesión de noche. El gatito llegó como de dos meses y, bien entrenado por su mamá gata, terminó con todititos los ratones en un par de semanas. ¡Hubo un día que mato 13 roedores! Y se los comió completitos, cola, uñas y todo. Viendo el éxito del gatito para exterminar sabandijas, mi papá lo nombró "Racumín", contra nuestra férrea oposición. Y Racumín se quedó, para él, hasta que un día no regresó de su "comisión".

Porque según mi papá, los gatos se iban de "comisión". Un término raro, tal vez, para alguien que no trabajara en la Contraloría de Cuentas. Mi papá viajó por todo el país, en "comisión" oficial de la Contraloría, haciendo auditorías en municipalidades e instituciones del interior. A veces la "comisión" era de varias semanas y en algunas nos fuimos nosotros a pasarla con él, a la finca Chocolá, a Retalhuleu y Quiché...

Así que cuando el gatito se iba de farra por varios días, mi papá decía que andaba "de comisión". Y un día no volvió.

Pero, de vuelta a la foto. La perrita se llamaba "Ramona". Ese fue un motivo de desavenencia en la familia, especialmente con mi mamá. Mi papá tuvo una tía Ramona y hablaba de ella. A nosotros nos hizo gracia el nombre y cuando llegó la chuchita pues le pusimos "Ramona". Ni decirlo, mi papá estaba como todos los diablos porque nos estábamos "burlando" de su tía. Después se le pasó y hizo buenas migas con la Ramona. Especialmente porque la Ramona, como buena chihuahua, era muy faldera y le gustaba que la cargaran y por eso, mi papá decía que esos chuchos chihuahuas parecían gatos.

Y la Ramona se hizo amiga del gato Racumín. Como ven, hacían la siesta juntos. Eso le hacía mucha gracia a don Aníbal y les tomó la foto motivo de esta nota.


Texto y fotografías bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Guatemala

1 comentario:

Nancy dijo...

qué lindos. En mi casa también eran cuates los perros y los gatos y cuanta mascota había.
Al principio no te creí lo de los ratones, pero si un sólo día mató 13... tenían razón de temerles.
Pero volviendo a la foto: Qué linda